Hoy se cumplen tres semanas desde que llegamos a Nepal y la verdad es que ya nos sentimos como en casa viviendo en el Himalaya. Durante estos días nos hemos acostumbrado a dormir en todo tipo de refugios, lodges y tiendas, y poco a poco convivimos mejor con las frías temperaturas con las que nos estamos encontrando en Pheriche.
Otra de las costumbres que hemos adquirido viviendo a más de 4.300 m de altitud es la de comprobar nuestra saturación de oxígeno en sangre, algo que hacemos todas las mañanas nada más abrir los ojos y salir de nuestro saco de dormir. Lo hacemos con un pulsioxímetro, un dispositivo en forma de pinza que se coloca en uno de los dedos de la mano, para asegurarnos de que estamos bien y evitar cualquier principio de edema debido a la altura. Lo cierto es que todos hemos integrado este hábito matutino en nuestra rutina, también Ylva-Li y Maj, las hijas de Emelie y Kilian.
El nivel normal de saturación del oxígeno en sangre para un ser humano es del 95% al 100%. Cuando la saturación se encuentra por debajo del 90%, el cuerpo puede producir hipoxemia, y uno de sus síntomas más clásicos es la dificultad para respirar. Por suerte, cada día nos hemos levantado con los niveles de saturación controlados y hemos podido seguir con nuestro viaje por la región nepalí de Khumbu. Supongo que nuestros cambios progresivos de altitud han ayudado a que nuestro cuerpo se haya aclimatado mejor.
El hecho de habernos instalado en Pheriche durante unos días nos ha permitido descubrir su entorno con calma, aclimatarnos perfectamente a la altura y explorar infinidad de senderos desde los cuales se pueden observar cumbres realmente imponentes. Emelie Forsberg asegura que esta zona es incluso mejor de lo que había imaginado antes de emprender este viaje.
“Estar en un mismo lugar durante unos días me está dando mucha paz. Estoy entrenando y pasando tiempo con mis hijas. ¿Qué más puedo pedir?"
Haber viajado aquí con sus hijas le ha ayudado a conocer el entorno desde una perspectiva totalmente diferente. A través de sus ojos todo se vuelve aún más especial, y cada rincón tiene algo sorprendente en lo que fijarnos.
En Pheriche, nos estamos encontrando con temperaturas que oscilan entre los -15 y los 5 grados centígrados, de modo que agradecemos enormemente cualquier rayo de sol. Cuando los días son soleados, aprovechamos para pasear y hacer pequeñas excursiones cerca de donde estamos alojados, lo que nos ha permitido ver el paso del río Tsola y disfrutar de paisajes increíbles con la familia de Emelie y Kilian.
Los senderos que rodean el pueblo de Pheriche son secos y rocosos, e invitan a correr. Además, las montañas que vemos a nuestro alrededor están cubiertas de nieve y esto lo hace todo mucho más interesante.
El entrenamiento de Emelie no es el objetivo principal de este viaje, pero es consciente de que a su vuelta le esperan algunos retos importantes. El primero de ellos, el campeonato mundial de Trail en Innsbruck, el 6 de junio. Así, Emelie está aprovechando las condiciones climáticas y de terreno para no dejar atrás su preparación física y, cómo no, para divertirse en senderos que son totalmente nuevos para ella.
“No tengo un plan de entrenamiento, simplemente quiero ir viendo cómo responde mi cuerpo a la altura y divertirme explorando el entorno”
Cuando amanece el día y tras medir la saturación de oxígeno en sangre, Emelie desayuna junto a la familia y comprueba las condiciones meteorológicas para decidir si quiere salir a correr: “tengo ganas de ver si consigo tiempos mejores a los que conseguí la última vez que entrené a tanta altitud, en nuestro último viaje al Himalaya. En nuestra última visita al Himalaya Maj tenía 6 meses y yo no quería estar muy separada de ella. Ahora ella no depende tanto de mí y toda la familia está aquí para estar con las niñas, así que esta vez es todo nuevo”, señala.
“Aunque el objetivo principal de este viaje es pasar tiempo en familia, también estoy aprovechando para entrenar. Desde que llegamos, estoy adaptando las sesiones de entrenamiento a la altitud y a cómo me siento cada día cuando me levanto. Una de las principales consecuencias de correr a más de 4.300 m es que el esfuerzo debe ser mayor, y para ello debo ser consciente de cómo me siento cada día”, añade Emelie Forsberg.
Se acercan nuestros últimos días en Pheriche y queremos disfrutar de ellos al máximo antes de regresar a Namche para que nuestro descenso sea progresivo. Durante nuestros últimos días aquí, pasaremos tiempo con la gente local como solemos hacer, acabaremos de explorar el entorno que nos rodea para sacar el máximo provecho de él y disfrutaremos del tiempo que nos brinda la familia de Emelie y Kilian. Sin duda, esta experiencia está superando nuestras expectativas y probablemente la recordaremos para siempre por la compañía que hemos tenido.
Las curiosidades de nuestra experiencia NNormal en el Himalaya
Energía solar, ajo para el mal de altura y sistemas curiosos de combustión
Una de las preguntas más repetidas entre todos los que piensan en viajar al Himalaya es cómo funciona la energía para cargar baterías o para hacer funcionar pequeños electrodomésticos. La respuesta es la carga solar, así que estamos un poco condicionados por la meteorología. Por el momento, todo está pudiendo funcionar con normalidad para que nos podamos comunicar.
Otra de las curiosidades de nuestra aventura por el Himalaya es que cada día consumimos unos cuantos dientes de ajo por persona, ya que es un alimento antiagregante y su ingesta ayuda a fluidificar la sangre, lo que facilita el riego sanguíneo y el aporte de oxígeno al cerebro. Así, -a pesar del mal aliento-, nos sentimos mucho más seguros cuando debemos hacer esfuerzos.
Por último y, aunque ahora ya no nos llame la atención, paseando por Pheriche nos encontramos con grandes cantidades de excrementos de yak secándose al sol. Los locales secan el estiércol de sus rebaños de yaks para utilizarlo como combustible y poder calentar sus casas e incluso cocinar. Los yaks son animales muy comunes en el este de Nepal, así que las reservas de excrementos de este animal son inagotables.
El outfit de Emelie
para el Himalaya
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Photography: Julien Raison
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